El éxtasis elimina la sensación de fatiga y estimula el sistema cardiovascular; como además se consume con calor y haciendo ejercicio, la temperatura corporal se eleva (hipertermia); se presenta sudoración excesiva y al perder líquido el corazón va más de prisa, lo que inevitablemente provoca un paro cardiaco. Todo se conjuga para perjudicar al usuario, porque la temperatura corporal aumenta sin que se perciba, lo que podría causar desde deshidratación hasta lesiones cerebrales y renales o la muerte.
Pasado el efecto inicial, se presentan graves síntomas secundarios, que van desde pánico y depresión hasta deseo vehemente de administrarse alguna droga. Desde el punto de vista físico, existen riesgos de estado de choque al aumentar de golpe el calor corporal debido a la deshidratación; pérdida del apetito y del sueño, además de persistir las irregularidades del funcionamiento del corazón.
Comúnmente se encuentra como tableta, cápsula o polvo y se consume oralmente; a veces se ingiere con bebidas alcohólicas, que transforman ésta en una mezcla altamente peligrosa. Eso no significa que quien la prueba por primera vez vaya a morir, pero la conjunción de varios factores podría dar ese resultado. Uno de los principales problemas es que debido a la falta de control sobre la producción de las pastillas de éxtasis, las dosis son muy variables. Un día se pueden tomar tres pastillas que contengan 35 miligramos cada una, y al siguiente pensar que otras tres darán el mismo resultado pero en realidad se ingiere el triple de la dosis porque esta vez son de 110 miligramos cada una.
Fuente: comoves.unam.mx
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